Carta a un niño en medio de la crisis

Querido niño,

Tú eres pequeño por un tiempo muy breve. Pero cuando crezcas y recuerdes tu infancia, esperamos que tus primeros recuerdos sean de nosotros, la iglesia. Antes de que pudieras caminar o hablar, probablemente recuerdes a alguien en la iglesia —aunque no recuerdes exactamente a quién— que te mecía y te cantaba dulces canciones hasta que se te pasaba el miedo y se te secaban las lágrimas. Sentado en un círculo con otros niños, alguien te está cantando Cristo me ama. Probablemente fue una de las primeras canciones que aprendiste a cantar.

Hoy puedes recitar Juan 3:16: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (RVR-1960). Pero este versículo (y muchos otros) está incrustado en tu memoria, donde permanecerá muchos años para informar toda tu vida. Recordarás la risa que llenaba aquel lugar de la iglesia tan especial y amigable para los niños, y cómo llegó a ser tu lugar feliz para estar con otros chicos cada semana.

¡Hoy celebramos tu infancia entre nosotros! En salones pintados con el propósito de deleitar a los niños, y amueblados con mesas y sillas que son de tu mismo tamaño, tú escuchas las buenas nuevas del evangelio y vienes a Jesús con la fe y la confianza de un niño. Tu fe está alimentada por una comunidad que protege tu primera comprensión del amor de Dios y te lo demuestra.

Nosotros somos la iglesia y tú, niño, eres precioso para nosotros.

Somos tus maestros de la iglesia: aquellos con los títeres graciosos y las grandes sonrisas. Somos los que dirigimos tus programas del ministerio para niños; y nuestra fe es tan firme y accesible que tú aceptas fácilmente el amor de Dios porque lo puedes ver en nosotros. Esperamos que nos recuerdes; que recuerdes a esos adultos que aparecen todas las semanas para asegurarse de que la iglesia está ahí para ti.

Todo está bien por ahora, pero hay una cosa: estás creciendo y hoy no es el capítulo final. Pronto serás un adulto, vivirás en un mundo que todavía no conocemos, un mundo cuyos desafíos a la fe ya están asomando en el horizonte. Cuando seas adulto, ¿podrá tu fe infantil sostenerte con fuerza contra lo que el mundo sugiere respecto a lo políticamente correcto, contra el relativismo que desafía la verdad absoluta, y contra las preferencias sexuales y de género sin límites?

Tu futuro se ve desafiante. Tal vez los recuerdos dulces y suaves no sean suficientes para fortalecerte. ¿Nos arrepentiremos de llenar el poco tiempo que tuvimos contigo con cosas agradables y entretenimiento espiritual, pero a fin de cuentas, con cosas tan triviales que en tu vida adulta quedarán solo como lindos recuerdos?

¿Te hemos amado y entretenido, o también hemos creado discípulos?

Teniendo en cuenta tu futura vida adulta, ¿estamos educándote intencionalmente para que llegues a ser un hombre o una mujer que sigue a Cristo con esqueleto y corazón: esqueleto para que permanezcas firme en tus creencias cristianas en un mundo secular cada vez más hostil, y corazón para que aceptes a ese mismo mundo que no tolera la fe con un amor que no se puede ignorar?

¿Llegarás a crecer y agradecer que nosotros, tu iglesia, te dimos todo lo que necesitabas para liderar a la iglesia e influenciar la cultura? ¿Estarás preparado debido a que la iglesia de hoy anticipó los desafíos que ibas a encontrar como adulto cristiano en 2050? ¿Experimentarás nuestro amor entonces, o esta clase de amor que te dimos no te servirá cuando seas adulto?

Las páginas que siguen son una carta de amor para cuando seas adulto y para la iglesia del futuro. Es una estrategia y un plan para influenciar al mundo que vemos acercarse a tu camino. Si la lees en los próximos años sabrás que no solo fuiste amado cuando eras niño; también fuiste amado por la iglesia que te preparó para tus años desafiantes como adulto y trató de darte todo lo que necesitabas para permanecer orgulloso y sin temor.

Que sepas que nunca dejamos de amarte. Y que ese amor eche raíces en ti para que te mantengas firme y te prepare para las próximas décadas cuando tú seas la iglesia.

El futuro de la iglesia descansa en ti.

Awana Latinoamérica